Por Guillermo Robles Ramírez
Todos tuvimos una niñez en un momento de nuestras vidas, y sin importar el género, indudablemente existió una infancia en donde tanto ricos y pobres vivieron alguna vez su etapa de la inocencia.
Con la Navidad pasa lo mismo, los que alguna una vez fuimos niños o niñas, según el caso, nos tocó recibir regalos, pero ahora que somos adultos nos toca regalar. En el caso de que todavía no se convierten en padre o madre, no se escapan de tener sobrinos o sobrinas, que tendrán que regalarles algo.
Cuántas Navidades habrán pasado para llegar a ese punto, pues no existe una regla para poder decirlo; pero estoy seguro de que muchos de ustedes visitaron alguna tienda para hacer sus compras y poder hacer el regalo a los que una vez fuimos, pequeñines con la ilusión de recibir lo que muchos le pidieron a Santa Claus, y también seguramente llenos de nostalgia cada generación marca una gran diferencia de lo que era antes a lo de ahora.
En ese momento de estar decidiendo qué juguete comprar para regalar, notaron que los de antes y de ahora han cambiado mucho, es decir, entró esa nostalgia de darse cuenta de que ya no existen esos juguetes que tenías cuando eras niño o niña, y que han cambiado totalmente por otra infancia que nunca nos pasó por la mente que existiría.
Los juegos eran más sencillos, más básicos y sobre todo baratos, pero realmente divertían más, pero sobre todo dejando que la imaginación y la creatividad floreciera a flor de piel para poder complementar o hacer esa magia de conexión entre el juguete y tú.
Al menos en lo personal vengo de una generación no tan vieja, o adinerada, pero todavía recuerdo que no podían faltar los soldaditos de plástico con diferentes posiciones de acción, tomándote mayor tiempo en acomodar los dos bandos que se enfrentarían entre sí, y con la frustración de no saber cuál bando iba a ser el vencedor; pero de algo sí era seguro que en menos de tres segundos eran todos desordenados y arribados por el bando ganador, cuando en realidad me tomó más de una hora en acomodarlos y decidiendo cuál soldadito tenía que estar al frente.
Otro de los juegos más populares eran las canicas, que entre los amigos del barrio era el típico dar tres “quemis” o golpe al rival para embocarla en el “opi”, para poder tener la victoria y quedarte con la mejor canica o la favorita de tu amigo como trofeo haciéndola parte de tu colección, eso sí te dejaba un callo en la cutícula en el dedo pulgar, siendo éste motivo de orgullo como buen jugador.
Pero el juguete supremo o de ricos, era la famosa pista de autos que se jugaba entre dos en una pista haciendo la forma de un ocho y aunque todos ellos sufrían del mismo defecto de fábrica, es decir, en un tramo de la autopista siempre se detenían, pero eso no importaba porque tan simple como darle un ligero empujoncito para desatorarlo de su riel y por más vueltas que diera la imaginación te transportaba adentro del carrito de coche ilusionándote que ibas adentro de él manejándolo a toda velocidad.
En el caso de las niñas tampoco había tanta complejidad porque no faltaban la muñeca, la bebe y el sueño de todas, la “Barbie”, o en su defecto la famosa cocina en donde las pequeñitas terminaban haciendo pasteles de lodo, para acabar su juego con un llanto porque su hermanito no quería comerse su pastel que con tanto esmero hizo.
Estos eran los juguetes de antes con los que por horas se podían entretener los niños del pasado, además de que eran más económicos, y apenas algunos años atrás los que estaban de moda fueron un Wii, PlayStation, la batería acústica, celular, iPod, iPhone, etc., todo lo que sea electrónico que más tardan los padres en conseguirlo y terminar de pagarlo para los hijos perderlos, deteriorarlos en alguna caída o simplemente en arrumbarlos porque ya se aburrieron de ellos.
En la actualidad predominan los videojuegos con diversos temas, siendo los bélicos y sobre todo aquellos denominados Sagas de películas, estando también entre los primeros lugares de juguetes favoritos de niñas y niños, el Star Wars Baby Yoda, Mini-Drone, Lego de Star Wars, entre otros más.
Personalmente, siempre he considerado que en definitiva eran mejor los de antes, es decir, mi época; que los de ahora, pero son otros tiempos, otro tipo de infancia, en la que sin interesar eso; lo más importante es sacar una sonrisa cuando abran los regalos tan esperados debajo de ese árbol de Navidad que muchos padres de familia pasaron pagando durante doce, trece, dieciocho y hasta 24 meses. Pero no importa con tal de verlos felices, el precio lo vale. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org