Por Jesús Peña
A las afueras del pueblo de Nueva Rosita, Coahuila, se extiende una elevada montaña parduzca, de infinito polvo parduzco que a la distancia simula ser un cerro natural donde no crece la vida, donde no crece nada.
En realidad son los desperdicios, consecuencia de la extracción y procesamiento del carbón, que en 2006, después de la tragedia de Pasta de Conchos, abandonó aquí, sin que las autoridades ambientales dijeran nada, la compañía Industrial Minera México (IMMSA).
Pero no es la única.
Lomas como ésta abundan por todos los pueblos de la Región Carbonífera del estado, erigiéndose así casi como un emblema que distingue a las comunidades de acá.
Las llaman terreros, colas, ganga o rebaba y son los despojos, el material inútil, resultado de la extracción de carbón en los tajos o minas a cielo abierto; del lavado y separado del mineral en las lavadoras para la producción de electricidad y de la quema de hulla en las coquizadoras, para la fabricación de acero.
“Todos los pueblos de la Región Carbonífera tienen sus terreros, lo que cada empresa ha dejado ahí, que ha donado al pueblo”, dice Omar Navarro Ballesteros, integrante de la Organización Familia Pasta de Conchos (OFPC).
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Distrito de Riego 04 Don Martín, ha contabilizado al menos 250 de estos cerros de desperdicios en toda la región del carbón, pero José Antonio Dávila Paulín, director de la Conanp en la Carbonífera, asegura que son más.
“Hay más seguramente. Esos son los que contamos”, advierte.
¿Qué efectos existen?
Hasta hoy no existen investigaciones sustentadas que den fe de los posibles efectos, tanto a la salud humana como al medio ambiente, que ocasionan estos desperdicios, cuya existencia en la zona data de 100 años, 50 años o de 20 años, sin considerar los nuevos.
Lo único que se sabe con certeza, de acuerdo con estudios realizados por docentes y alumnos de la Escuela Superior de Ingeniería (ESI) y el Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), en Nueva Rosita, es que la mayoría de estos terreros presentan concentraciones elevadas de sustancias como metano, azufre, mercurio, selenio, cobalto, radio, uranio, torio, potasio, amoniaco, pirita, sulfatos y sales, capaces de impactar el entorno de la región de forma negativa.
“Son considerados de gran preocupación e importancia ambiental y están incluidos en la lista de sustancias identificadas como contaminantes peligrosos del aire del Toxics Release Inventory de los Estados Unidos”, advierte Roberto Díaz Martínez, doctor en ciencias geológicas de la ESI.
En un monitoreo realizado en tres terreros para su proyecto de tesis doctoral sobre análisis de polvos urbanos y de la carretera en Nueva Rosita, Lisbett Susana Materano, profesora del Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas de la UAdeC, encontró altas concentraciones, principalmente, de zinc, plomo, cadmio y cobre.
“Si nos vamos a la geología de la región tiene sentido, claro que le suma el aporte industrial o antrópico por la actividad humana, transporte y demás”.
El siguiente nivel para evaluar el efecto real que estas concentraciones de químicos estarían ocasionando a la salud humana, es la toma y análisis de sangre a las personas que viven cerca de los terreros monitoreados y verificar cuál es la densidad de algunos de los elementos reportados en su cuerpo.
“La importancia de hacer estos trabajos no es tanto para crear alarma o buscar culpables, si no para hacer énfasis en que hay que tomar medidas, educar a las comunidades, monitorear donde hay anomalías, buscar medidas para mitigar…”, aclara.
Al respecto, Federico Ricardo Muller Rodríguez y Horacio Cárdenas Zardoni, en su libro La Cultura del Carbón, hacen referencia a la información recabada por la organización no gubernamental Physicians for Social Responsability sobre los padecimientos más frecuentes asociados al carbón mineral, entre los que destacan:
Desarrollo o exacerbación de asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc), atrofia en el desarrollo pulmonar, cáncer de pulmón, arritmias cardíacas, infarto agudo de miocardio, insuficiencia cardiaca congestiva, accidente cerebrovascular isquémico, mortalidad en lactantes y retraso del desarrollo en fetos, lactantes y niños.
“Tenemos toses crónicas, asmas crónicas, gripas crónicas y lo que los médicos dicen es que estamos gordos, aunque no estés gordo, entonces que dejes de comer tortillas de harina y se te quita el asma. Háganme el favor”, reprocha Cristina Auerbach Benavides, teóloga, defensora de derechos humanos de los mineros del carbón y representante de la Organización Familia Pasta de Conchos.
Omisión de los empresarios
Estos montículos, que desde el cielo semejan sombríos campos de guerra, son, junto con otros pasivos ambientales como los tajos y las presas de jales abandonados, el resultado de la negligencia de los empresarios del carbón, quienes por décadas, y sin hacer ningún tipo de remediación, han encontrado en la extracción y procesamiento de este mineral una fuente de riqueza a costa de la destrucción de la región y la salud de sus 191 mil 429 habitantes.
Tal parece que aquí, en la Carbonífera, que de cerca simula un territorio bombardeado, el Artículo 30 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, que ordena presentar a la Semarnat una manifestación de impacto ambiental, y las medidas preventivas de mitigación para evitar y reducir al mínimo los efectos negativos sobre el ambiente, no reza para los empresarios de la región.
Tampoco el Artículo 39 de la Ley Minera que mandata que en las actividades de exploración, explotación y beneficio de minerales o sustancias, los concesionarios deberán procurar el cuidado del medio ambiente y la protección ecológica.
“Yo creo que ahí está el cuello de botella. Hay que cumplir con esas regulaciones que pone la autoridad para que se haga un proyecto lo menos impactante posible”, dice José Antonio Dávila Paulín, director de la Conanp en la región.
Para Omar Navarros Ballesteros, miembro de la Organización Familia Pasta de Conchos, el de los terreros, al margen de lo que obliga la ley, es un asunto que tiene que ver con ética empresarial:
“Ni siquiera la empresa tiene la ética de quitar esos residuos y llevarlos a donde no afectan el medio ambiente, porque por supuesto que afectan a la población”.
Semanario solicitó a la Profepa vía transparencia, (folio 330024423000811), y a la Semarnat, (folio 330026723001502), que dijeran cuántas empresas y en qué medida han realizado una reparación al problema de los tajos y terreros en la Región Carbonífera de Coahuila en los últimos 13 años; los nombres de las mineras sancionadas por la falta de remediación ambiental al cierre de los centros de trabajo de 2010 a la fecha y el monto de las multas.
Sin embargo, ambas dependencias respondieron no contar con información.
Semanario buscó una postura de Semarnat y Profepa. Pero los departamentos de comunicación solicitaron un cuestionario para concretar la entrevista, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
“No conozco en la Región Carbonífera una sola mina que haya remediado el daño, ni una ni una. Salen con el argumento de que se genera empleo, ‘generamos electricidad…’”, cuenta Cristina Auerbach, representante de la Organización Familia Pasta de Conchos.
Y añade que la mayoría de los terreros de la zona tienen entre 100 y 20 años de antigüedad.
“Porque como dije: nunca en la historia de esta región se ha remediado el daño que han hecho, nunca”.
En su libro Cultura del Carbón los autores Federico Ricardo Muller Rodríguez y Horacio Cárdenas Zardoni, destacan que, al menos en Coahuila, no se ha formulado ningún modelo para devolver el paisaje a sus condiciones originarias, en el caso de las explotaciones a cielo abierto.
Omar Navarro Ballesteros, integrante de la OFPC, narra cómo la gente de la región ha normalizado tanto el fenómeno de los terreros, que estos se han convertido en un distintivo de los pueblos de la Carbonífera, parte del inventario del paisaje urbano y rural.
“Son como un emblema de nuestro pueblo, son ese culto al carbón que todos en la región venimos arrastrando”.
Hoy estas montañas de basura, producto de la extracción y procesamiento del carbón, son usadas por habitantes de la zona para hacer senderismo, correr, noviar, pasear, divertirse en su cima.
“Unas amigas mías pensaban que los terreros eran montañas naturales, no sabían que son desperdicios del carbón”.
Impacto al ambiente
José Alberto Batista Rodríguez, ingeniero geólogo doctorado en geofísica aplicada y maestro investigador adscrito a la Escuela Superior de Ingeniería de la UAdeC, explica que el acumular en forma de montaña el material que sale de la actividad minera, no solo va a tener un impacto negativo a nivel visual, paisajístico, sino también puede aportar a la calidad del aire de la región.
“Sobre todo la suspensión de algunas de estas partículas sólidas de determinados tamañitos. El viento puede también suspender algunas de estas partículas, trasladarlas a otras regiones…”.
Batista Rodríguez se refiere particularmente a las pilas de desechos que provienen de las lavadoras y coquizadoras de carbón y que proliferan por toda la región.
“Aquí sí vamos a tener una reconcentración poco más amplia de determinados componentes minerales que, de cierta manera, pudiéramos empezar a valorar qué componentes se han concentrado un poco más y si esos minerales pueden tener algunos elementos que pueden ser relativamente tóxicos o no”.
Y ahora sí, dice, el material pueda tener no sólo un impacto visual, sino más orientado a la calidad del aire y del agua, cuando estos residuos son arrastrados por las lluvias.
“Y esos elementos se puedan ver un poquito más comprometidos porque tengo nuevos componentes minerales quizá un poco más reconcentrados”.
Batista Rodríguez advierte que hasta ahora no hay los elementos técnicos para responder a preguntas cómo, ¿qué concentraciones existen en esas pilas de desperdicios?, ¿en qué magnitudes se encuentran? y ¿qué afectaciones pueden estar realizando al medio ambiente y a la salud humana?
“¿Hay un impacto por esa acumulación de material?, lo hay, son residuos de la actividad minera, de la actividad metalúrgica y de beneficio ¿Hasta dónde pueden impactar esos materiales en la región?, ¿pueden estar impactando de manera directa al medio físico receptor?, claro que sí, ¿pueden estar impactando la calidad del aire?, claro que sí deben de estar impactándola, ¿impactan posiblemente nuestros volúmenes de aguas superficiales y subterráneas?, deben estarlos impactando”.
En el libro La cultura del Carbón Muller Rodríguez y Cárdenas Zardoni, afirman, refiriéndose, a las minas de carbón a cielo abierto, que una consecuencia importante es la liberación de sustancias tóxicas al ambiente que permanecieron relativamente inocuas durante eras geológicas enteras.
“De repente son liberadas a la atmósfera, y ya sea que se mantengan por un determinado período en suspensión incorporándose a la mezcla química del aire o que terminen por precipitarse, contaminando la tierra”.
Un problema histórico
Datos históricos recabados por el Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas de la UAdeC, indican que el fenómeno ambiental de los terreros comenzó hacia 1924, tras la llegada a la Carbonífera, y específicamente a Nueva Rosita, Coahuila, de la American Smelting and Refining Company (Asarco), hoy Industrial Minera México.
Antes que todo – ataja Juan Josué Enciso Cárdenas -especialista en yacimientos de hidrocarburos, geoquímica y modelado de yacimientos del Ciga, es necesario recordar que a partir de los años 50 del siglo pasado, con el boom de las fundidoras y el surgimiento de AHMSA, hubo un amplio desarrollo de la industria siderúrgica, que ocasionó que la producción de carbón cobrara un muy importante auge.
“Utilizaban el carbón como materia prima para el alto horno, para fabricar acero. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial hubo mucho desarrollo porque se mandó mucho acero”.
Entonces imperaba también el carbón empleado en la generación de energía, y que después de los años setenta abastecería a las centrales carboeléctricas de la CFE en Nava y Piedras Negras.
En dicha época se registraron promedios de producción de carbón que oscilaban entre 16 millones y 17 millones de toneladas al año.
Fue la del carbón una industria que tuvo en Coahuila una amplia producción y que, aparejado con su desarrollo, cuyo pico más alto se ubicó entre los años 50 y 2017, dejó diversos pasivos ambientales en la zona como los tajos, presas de jales y terreros abandonados, que llegaron para quedarse.
“El lavado del carbón, por ejemplo, te genera un residuo, un producto que no es utilizable por la industria, tanto siderúrgica como eléctrica. Ahora, la explotación de tajos ha provocado que estos pasivos crezcan y entonces los terreros son la acumulación de muchas toneladas de escoria, producto de muchos años de producción”, concluye Enciso Cárdenas.
En su tesis “Caracterización Geoquímica de una Presa de Jales Abandonada y sus Implicaciones de Impacto Ambiental. Unidad Minera Santa María, San Juan de Sabinas”, Coahuila, Jesús Gallardo Díaz, ingeniero en recursos minerales y energéticos, sugiere que el origen de los pasivos ambientales, como las propias presas de jales, los tajos y los terreros, pudo haber sido más atrás, dado que la primera producción comercial de carbón de la que se tiene referencia se inició en el estado en 1884.
“Esta cantidad de residuos y las concentraciones elevadas de algunos oligoelementos, entre los cuales se encuentran zinc, cobre, plomo, arsénico y selenio, podrían ocasionar un riesgo al medioambiente de magnitudes considerables”, afirma el autor del trabajo.
De acuerdo con la citada tesis las reservas de carbón ascienden a 538 millones 234 mil 684 toneladas probadas de este mineral para la cuenca Sabinas-Monclova.
La pregunta es: ¿hasta dónde llegará la devastación de la zona en los próximos años con más pasivos ambientales, considerado que en la minería a cielo abierto se encuentra la mayor proporción de minerales contenidos en el subsuelo?
Tan solo se sabe, gracias a la tesis “Recuperación de Carbón Lavado a Partir de Pilas de Desperdicio en la Planta Industrial Minera México”, realizada por Roberto Emanuel Liñán Pérez, ingeniero en recursos minerales y energéticos, que en el caso de la pila de desperdicio que abandonara en 2006 Industrial Minera México S.A. de C. V. a las afuera de Rosita, uno de los terreros más grandes de toda la región, la cantidad de desechos acumulados asciende 173 mil 100 toneladas.
Carbón mezclado con impunidad
El informe “El Carbón Rojo de Coahuila: aquí acaba el silencio”, realizado por la Organización Familia Pasta de Conchos, con apoyo de la Fundación Heinrich Böll – México y el Caribe, señalan a algunos de los responsables históricos del daño histórico provocado a la región con los pasivos ambientales.
Entre ellos figura Grupo México, antes Asarco, quien, en 1925, además de una mina, la Mina 6 de la que extraía 30 mil toneladas de mineral al mes, abrió una planta lavadora de carbón y una batería de hornos de coque, con una capacidad mensual de 15 mil toneladas y los consecuentes perjuicios al entorno. “Generaciones han nacido, vivido y muerto, respirando desechos de Grupo México. Ni las empresas ni las autoridades se han hecho responsables del daño al ambiente en Nueva Rosita, pero tampoco del daño a la salud de la población”, dice el compendio.
Según el documento, entre 2010 y 2013 Antonio Nerio Rodríguez, político y empresario del carbón, con la anuencia de su hijo Antonio Nerio Maltos, entonces alcalde de San Juan de Sabinas, y actual director de la Ceas, extrajo mineral de la cordillera del libramiento, toda un área que rodea gran parte de la ciudad de Rosita.
Después que terminaron de extraer el carbón abandonaron los tejos abiertos, algunos con agua estancada “y contaminada”.
Los terreros, cortesía de los Nerio, pasaron a formar parte del paisaje, de la orografía urbana.
La familia Nerio, al igual que la mayoría de los empresarios, tampoco realizó ningún tipo de compensación por el daño a la salud de la comunidad.
“Sin títulos de concesión minera o con títulos carentes de Manifiesto de Impacto Ambiental la destrucción de toda la cordillera del libramiento de Nueva Rosita fue un negocio de grandes proporciones (…). Evadiendo el pago de impuestos por derechos y abandonando las zonas impactadas, todo era ganancias”, se lee en la memoria.
Como respuesta a tales actos la Organización Familia Pasta de Conchos interpuso en 2015 una queja ante la CNDH por violaciones graves al derecho a la vida, a la salud, a la seguridad y al debido proceso contra el Gobierno de Coahuila y Gobierno Federal “que, por omisión, comisión o negligencia, permitieron que Grupo México, las empresas de Antonio Nerio Rodríguez y su hijo, el ex alcalde Antonio Nerio Maltos, hicieran todo lo que han hecho”, consigna el informe.
Ya han pasado 81 años desde que AHMSA instaló en el ejido Palaú una planta lavadora destinada, originalmente, a dotar de energía eléctrica al poblado.
Sin embargo, a la llegada de la CFE el carbón que se procesaba en esta planta se designó a las fundidoras, cambiando su vocación eléctrica por la siderúrgica.
Hoy de esta lavadora, que fue asentada dentro del poblado mismo, no quedan más que los pasivos ambientales: terreros acumulados por más de ocho décadas y cuyos polvos de carbón han dañado la salud de los habitantes.
El informe “El Carbón Rojo de Coahuila: aquí acaba el silencio”, se refiere además al caso del Ejido Sauceda del Naranjo, cuyos habitantes se vieron afectados en sus bienes y sus recursos naturales por la empresa AHMSA, que abrió un tajo en este sitio y ocasionó la pérdida del agua de las norias de los pobladores, la destrucción del camino principal y un daño estructural a sus viviendas, consecuencia del uso de explosivos.
“El tema de la pérdida del agua de sus norias es sumamente delicado, porque el recurso hídrico era utilizado para el consumo doméstico y para el cuidado de animales y parcelas”, reza el documento.
En 2015, pobladores de Palaú y del Ejido Sauceda del Naranjo, acompañados por la OFPC, interpusieron una queja ante la CNDH, por violaciones graves a los derechos humanos, al medio ambiente sano, a la salud y al acceso a la justicia por los pasivos ambientales de la Planta Lavadora de Palaú.
Esta historia de destrucción a que ha llevado la ambición de los empresarios carboneros se repite en otras localidades de la región como Las Esperanzas, Barroterán, La Florida, Cloete y Agujita, donde por décadas los pasivos ambientales acumulados, millones de toneladas de desechos, lo mismo que en los casos anteriores, no tienen ningún control, tratamiento, ni remediación.
“Los terreros acumulados se ven a kilómetros de distancia, están cercados con malla de alambre y por una hilera de árboles. Es todo”, dice el ensayo.
Y añade que ni las autoridades de salud ni las empresas han hecho algún estudio al respecto de los daños a la salud que pudieran provocar los polvos de los terreros.
“Desechos de carbón de grandes dimensiones que han afectado la vida, la salud y el ambiente en el que viven miles de pobladores, en muchos lugares. Las personas se han visto obligadas a vivir enfermas, inseguras y en estado de indefensión”.
Faltan estudios
Omar Navarro, miembro de la Organización Familia Pasta de Concho describe los terreros como “largos y grandísimos”.
“Te voy a hablar del pueblo en el que yo estoy, que es Barroterán. Los terreros están muy cercanos al Barrio 4, uno de los barrios más grandes de este pueblo. Inclusive si entras a Barroterán se ven las montañas de desechos impresionantes a una distancia muy corta”.
Hasta ahora no se conoce con precisión el número de terreros que existen en la Carbonífera, tampoco la cantidad de toneladas de desperdicios que contienen.
“Hay un montón de pasivos no contabilizados en toda la región. Todos estos terreros, esas montañas de deshechos de carbón nadie los ha contado, nadie dice cuál es su composición exacta, cuántas tonelada de tierra hay ahí y necesitamos tener esos datos para saber cómo remediarlos, cómo vamos a generar estrategias para que eso deje de estar ahí”, dice Rafael Fonseca, coordinador de Proyectos en Transición Energética Justa de Iniciativa Climática de México.
En su investigación “Recuperación de Carbón Lavado a Partir de Pilas de Desperdicio en la Planta Industrial Minera México”, Roberto Emanuel Liñán Pérez, ingeniero en recursos minerales y energéticos, revela que tan sólo en las lomas de desperdicios que IMMSA dejó abandonadas a las afueras de Nueva Rosita, se concentran 173 mil 100 toneladas de escorias provenientes de la extracción y procesamiento del carbón.
“Es mucho volumen el que hay aquí en la región que está simplemente ahí”, lamenta José Antonio Dávila Paulín, director de la Conanp en la región.
Análisis realizados a dichos residuos por expertos en minería y geología durante años, han arrojado la existencia de elementos químicos como el azufre, amoniaco, mercurio, pirita, sulfatos y sales, que podrían estar generando algún impacto al entorno de la zona.
“Se dispersa ese polvo, esos químicos hacia el pueblo. Muchos pueden decir ‘son residuos de carbón que no nos hacen nada ni contaminan ni nada’. Nos estamos acostumbrando al culto del carbón, a todo lo que gira alrededor del carbón. No solo la minería trae muertes, sino que está generado un daño al medio ambiente”, reclama Omar Navarro de OFPC.
Luis Felipe Bocanegra Pompa, geólogo, habla de la posible contaminación que los residuos, sobre todo los que provienen de las plantas lavadoras y coquizadoras, podrán estar generando en las aguas subterráneas de la Carbonífera, dado que el tipo de suelo que predomina en la región es sedimentario, arcilloso y “es muy fácil que cualquier sustancia llegue al manto freático”, dice.
Por otra parte, Ramón Yosvanis Batista Cruz, doctor en geociencias ambientales y maestro investigador de la ESI en Rosita, aclara que de acuerdo con algunos estudios que han realizado en los tajos, el Río Sabinas, presas, pozos y norias de la región, la minería no parece estar teniendo un impacto directo sobre la calidad de los servicios hídricos.
“Eso es lo que nuestros datos físicos -químicos de las aguas han dado y lo hemos discutido con SIMAS, ha participado la Conanp también. Hemos muestreado el Río Sabinas y la calidad del agua es óptima. La calidad de los pozos de abasto de la Carbonífera es la mejor de toda la región”.
-¿Y en cuanto a metales pesados?
-Se han hecho a algunas (fuentes hídricas) y realmente no han arrojado contenidos alarmantes.
Sin embargo, en su tesis “Elementos Potencialmente Tóxicos en Aguas Residuales Asociadas a Presas de Jales en la Región Carbonífera: Implicaciones Ambientales y Socioeconómicas”, la geóloga Alma Jael Solís Delgadillo, menciona que estudios recientes relacionados con la caracterización geoquímica ambiental de sedimentos y aguas fluviales de las subcuencas hidrográficas de los ríos San Juan y Los Álamos, así como en jales de carbón, señalan la presencia de metales pesados relacionados con la principal actividad minera de la región, desde sus minas, plantas lavadoras, presas de jales y terreros, que se encuentran cerca de las márgenes del río, destacando por sus altos valores metales como el plomo, mercurio, cromo, selenio y cobre.
“Los impactos ambientales de la minería de carbón producen daños al medio, a los ecosistemas y a la salud de las personas”, sostiene la autora.
A la gente de estos pueblos no le extraña ver cómo en los días más calientes, por acción de los químicos al sol, los terreros se prenden y lanzan fumarolas al viento, como si se tratara de volcanes en erupción
“Son susceptibles a sufrir este proceso de combustión espontánea. Por qué se prenden, porque traen carbón, mucho sulfuro y esta relación con el medio ambiente va a provocar que se pueda prender un poco. Esto explica una reconcentración de ciertos componentes químicos”, dice José Alberto Batista Rodríguez, ingeniero geólogo doctorado en geofísica aplicada y maestro investigador adscrito a la Escuela Superior de Ingeniería de la UAdeC.
Durmiendo con el enemigo
Habitantes de la Carbonífera como don Félix Ordóñez, se han dedicado de por vida, a aprovechar la escoria de los terreros de la región, en la fabricación de bloques para la construcción de viviendas.
Se llaman bloque de cal – ceniza y resultan de la quema, en hornos rústicos, de rocas de ceniza de carbón, proveniente de los desechos de las coquizadoras, combinadas con cal viva.
“Como el nombre lo dice: son desechos de un proceso, que ya no son útiles, son solamente contaminación”, señala Luis Felipe Bocanegra Pompa, ingeniero en geología.
La elaboración de un bloque de cal – ceniza es más o menos así:
Se introducen las rocas de ceniza de carbón al horno mezcladas con cal.
Cuando ya están bien calientes se sumergen en agua.
El resultado es una especie de lodo que se mete en moldes metálicos del tamaño de un bloque.
Los moldes se dejan secar al sol. Y el fruto es un bloque de cal – ceniza.
Don Félix que tiene más de 60 años elaborando estas piezas, dice que la mayoría de las casas en la Región Carbonífera – Rosita, Palaú, Múzquiz, Barroterán, La Presa, Juárez -, están construidas con este material que además de ser más barato que los bloques convencionales, tiene la cualidad de ser térmico.
Incluso a la calera de don Félix, que así se llaman las fábricas artesanales donde se producen estos bloques, viene gente de Monclova, Acuña, Piedras Negras, Múzquiz y Laredo, a surtirse.
La ceniza de carbón que don Félix emplea para la elaboración de sus bloques, proviene de los terreros que Industrial Minera México dejó tirados en Nueva Rosita y por los que don Félix no paga un solo centavo.
“Nosotros vamos y nos traemos un viaje de carbón y no nos lo cobran. Hay un acuerdo de que a los de caleras no les vendan el carbón ni la tierra porque en el terrero ese, el carbón se quemó hace muchos años y se hizo ceniza, es la ceniza que nos traemos para hacer los bloques”.
En la calera de don Félix se producen de 200 a 300 bloques diarios, pero hace años que don Félix tuvo una calera con 10 trabajadores que fabricaban entre 800 y 900 de estas piezas al día.
Lo que tal vez don Félix y sus clientes de la Carbonífera no saben es que en la tesis “Radioactividad Gamma Natural y Riesgo Radiológico en Residuos Procedentes del Proceso de Coquización”, terminada en 2019, el geólogo Luis Felipe Bocanegra Pompa, descubrió “un alto riesgo de contaminación radioactiva relacionado con los residuos de la coquización, tanto en los depósitos (terreros), como en los materiales y las viviendas que utilizan dichos residuos en Nueva Rosita”.
El estudio encontró que en los contenidos de potasio, uranio y torio hallados en los residuos del terrero de IMMSA en Rosita con los que se elaboran los bloques, destacan valores superiores a los promedios mundiales en materiales de construcción, y por lo tanto, un alto impacto negativo por contaminación radioactiva.
“Los residuos de las actividades mineras y metalúrgicas generalmente presentan elevados niveles de radiactividad natural”, se lee en la tesis.
Condición que pudiera ocasionar cáncer en personas que habiten por largo tiempo viviendas construidas a base de bloque de cal – ceniza.
“Hemos encontrado niveles de radiactividad que sí pueden ser un poco perjudiciales para aquellas personas que se pasan alrededor de 50 o 60 años en esas viviendas y se pasan la mayor parte de las 24 horas del día. Pensamos en personas que no trabajan, amas de casa y demás”, dice José Alberto Batista Rodríguez, quien dirigió esta tesis.
Considerando que el cáncer es una enfermedad que no se origina por una sola causa, sino que existen multiplicidad de factores que pueden desencadenarlo.
“Es una probabilidad, pero la probabilidad ahí está”, advierte Luis Felipe Bocanegra Pompa, el autor de la investigación.
No obstante, la gente de la Carbonífera soslayó el estudio.
“Se dio a conocer en los medios y la gente se sintió ofendida en la forma en que muchos comentaron ‘es que yo toda la vida he usado ese tipo de block…’, Sí está bien, se está dando a conocer y es una ayuda para toda la comunidad. No se le ha prestado atención, creo que por desconocimiento de la ciudadanía. Ni siquiera saben dónde están parados o en un lado de qué están parados”.
¿Qué opciones existen?
Juan Josué Enciso Cárdenas, especialista en yacimientos de hidrocarburos, geoquímica y modelado de yacimientos, asignado al Ciga de la UAdeC, dice que aún hay esperanza de remediar el problema de los terreros.
Esto por medio de una tecnología que permite recuperar de las montañas de desperdicios el mineral utilizable y que sea aprovechado por la CFE en la generación de energía.
Ya en su tesis “Recuperación de Carbón Lavado a Partir de Pilas de Desperdicio en la Planta Industrial Minera México”, Roberto Emanuel Liñán Pérez, habla de posibilidad de que exista material en las pilas de desperdicio con alguna clase de beneficio económico, debido a la mejora de los métodos actuales de preparación de carbón en la planta lavadora.
“Todo esto con un beneficio económico y ecológico ya que se vería reducido el volumen de material que conforma estas pilas”, refiere Liñán Pérez.
Enciso Cárdenas dice que el gobierno de Coahuila ya está en pláticas con una empresa coreana de nombre Grupo Richard interesada en desarrollar este proyecto de rescate de pasivos ambientales.
Una de los cerros de lama cuyo material es susceptible de ser recuperado es el de Industrial Minera México.
“Esos pasivos ambientales que vemos alrededor ahora pueden ser aprovechados, es carbón que tiene energía disponible para poderla procesar y convertir a electricidad”.
Subraya que hasta el momento la empresa interesada se encuentra realizando algunas planeaciones para poder llevar a cabo su proceso de asentamiento en la región y comenzar a trabajar esos terreros.
Mientras que los lomas y lomas de tierra que se extraen para poder llegar al carbón en las minas a cielo abierto y que no tienen ningún uso, amenazan con seguir ensuciando la región.
-¿Se van a quedar?
-Se deben regresar al lugar de donde fue extraído el carbón y realizar una serie de acciones para poder remediar…
Semanario Coahuila es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers.