Por Alonso Flores Ramírez
De acuerdo con el Monitor de Sequía de México (MSM) operado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Coahuila tiene 46 meses y medio con al menos la mitad de sus municipios en algún nivel de sequía, la más larga desde que se tiene registros.
Desde la segunda quincena de julio de 2019 hasta mayo de este año, el territorio ha mantenido niveles consecutivos de sequía con interrupciones menores a dos meses.
El MSM registra los niveles de cada municipio del país desde 2003 y desde entonces, no se presentaba una sequía tan prolongada en Coahuila.
Estos niveles de sequía han provocado daños en las cosechas, incendios forestales y desabasto de agua, entre otros fenómenos.
Antonio Nerio Maltos, director de la Comisión Estatal de Aguas y Saneamiento (Ceas), declaró a Semanario que prácticamente Coahuila es una zona de veda porque ya no hay disponibilidad adicional del recurso hídrico en el subsuelo.
Esta situación se combina con la poca lluvia para recargar los acuíferos. De acuerdo con datos del Servicio Meteorológico Nacional, el promedio anual de milímetros de lluvia en Coahuila tiene una marcada tendencia a la baja en los últimos 23 años.
De acuerdo con la docente e investigadora de la Universidad de Texas, Rosario Sánchez, la prolongación de la sequía significa una nueva “normalidad de aridez” a la que hay que adaptarse lo más pronto posible.
“Lo que estamos viendo es el cambio, la transición. Como he dicho otras veces no es una temporalidad. Llámese sequía, llámese desertificación, cambio climático, el nombre que le queramos poner, el resultado es el mismo: la aridez. Una mayor aridez en la región fronteriza. Básicamente en todo el país, pero como somos una región con clima semidesértico pues obviamente nos pega todavía más”, detalló Sánchez.
El inicio de esta prolongada sequía que inició en julio de 2019, había golpeado inicialmente a 21 de los 38 municipios de la entidad, los cuales fueron calificados con la categoría más baja de sequía: “anormalmente seco”.
Sin embargo, para la siguiente quincena fueron 31 municipios los que presentaron esa condición. Y no ha parado.
Desde entonces ha habido al menos 19 municipios con al menos esa categoría de sequía, a excepción de dos interrupciones. La primera fue un periodo de dos meses entre la segunda quincena de julio de 2021 y la primera de septiembre de ese año. La otra interrupción se dio en la segunda quincena de octubre del 2022.
No obstante, durante esas interrupciones, los municipios de Acuña, Cuatrociénegas, Francisco I. Madero, Ocampo, San Pedro y Sierra Mojada no dejaron de tener al menos un nivel de sequía.
Desde que se comenzó a medir la sequía en 2003, ha habido 43 meses acumulados con todos los municipios con al menos un grado de sequía, mientras que se han presentado sólo 40 meses y medio con todos los municipios sin algún grado.
Es decir, hay registro de más meses con sequía, que meses sin sequía.
Además, 19 de los 40 meses y medio en los que no ha habido sequía en todos los municipios, se dieron entre 2003 y 2005, mientras que los 43 con sequía se dieron a partir de 2006.
OTRAS TRES GRANDES SEQUÍAS
Coahuila ha presentado otros tres periodos prolongados de sequía en lo que va de este siglo, de acuerdo con el Monitoreo de Sequía en México, es decir largos periodos con al menos 19 municipios con algún grado de sequía.
Además, en los periodos donde se corta la condición anterior, hubo municipios que se mantuvieron con alguna condición de sequía y después se volvió a cumplir el criterio de los 19 municipios.
Por último, no se consideraron parte de una gran sequía los periodos largos que se cortaron por meses sin municipios con algún nivel de sequía.
En este último criterio entra el periodo entre septiembre del 2005 y febrero 2010, pues se vieron interrumpidos por meses en los que ningún municipio presentó sequía.
Por lo tanto, la considerada primera gran sequía del siglo en Coahuila se dio de septiembre del 2005 a abril de 2007, en el que se sumaron 14 meses consecutivos.
La segunda se dio entre noviembre del 2007 y febrero de 2010, acumulando 23 meses consecutivos.
Otro periodo extenso se presentó entre octubre del 2010 y agosto del 2013 cuando se acumularon 30 meses contando que si bien junio, julio y septiembre del último año no se cumplió la mitad de los municipios con al menos un grado de sequía, hubo municipios que no dejaron de tener.
Un cuarto periodo extenso de sequía fue entre mayo de 2017 y agosto de 2018 arrancando con todos los municipios en el nivel anormalmente seco y terminando con Acuña, Jiménez y Piedras Negras con el nivel de sequía excepcional. Otros 10 municipios presentaron nivel de sequía extrema en ese periodo.
Además, ha habido otros lapsos de tiempo mucho más cortos pero en los que de igual manera se cumplieron los criterios, especialmente el de al menos la mitad de los municipios con algún nivel de sequía.
Si bien la actual sequía es la más longeva desde que se tiene registro en Coahuila, se considera que la sufrida entre 2010 y 2013 fue la más severa.
En junio del 2011, solo Arteaga, Saltillo, Parras, General Cepeda, Ramos Arizpe y Torreón registraron el nivel de sequía D3 calificada como severa. El resto de los 32 municipios alcanzaron el nivel excepcional, el nivel más alto.
UNA NUEVA NORMALIDAD DE ARIDEZ
Para Rosario Sánchez, docente e investigadora de la Universidad de Texas, la sequía y las altas temperaturas que se han presentado en los últimos años son señales que la comunidad científica predijo hace 15 o 20 años.
“Se veía venir mayor aridez, incremento en la temperatura, disminución de las reservas de agua. Para mí lo que veo no es sorpresivo, lo estábamos esperando al menos desde la comunidad científica. Es la nueva normalidad, la nueva condición de aridez y entre más pronto nos adaptemos mejor”, agregó.
La académica explicó que factores de la vida cotidiana como horarios, escuelas, condiciones, infraestructura, energía, subsidios, costos e inversiones se tienen que adaptar a las nuevas condiciones de aridez.
En ese sentido detalló que “todo va a salir más caro porque no nos preparamos a tiempo y el costo va a ser altísimo. Estamos esperando quién lo va a pagar”.
Además la docente resaltó que las nuevas condiciones de aridez provocarán afectaciones a la salud como la deshidratación, aunque también la presencia de nuevos virus, sobre todo estomacales.
“A menor cantidad de agua, atrasito luego, luego vienen los problemas de calidad. Empiezan las concentraciones de otras sustancias o de contaminantes lo que ocasiona nuevas implicaciones a la salud”, detalló.
La investigadora también declaró que cuando aumenta la aridez, también los niveles de polvo en el ambiente y la permanencia de este en la atmósfera, lo que provoca problemas respiratorios, estomacales, en la piel, de la vista, incluso del cabello.
“Esto va a durar indefinidamente. A lo que nos tenemos que acostumbrar es a la incertidumbre, prepararnos para la incertidumbre. Para mayor aridez en el corto, mediano y largo plazo y obviamente cómo adaptar nuestros sistemas, nuestro modus vivendi, nuestros hábitos, no solamente a nivel domiciliario o familiar, sino también a nivel institucional, de salud pública y de seguridad”, comentó.
MANTOS ACUÍFEROS AL TOPE DE SU CAPACIDAD
Antonio Nerio Maltos, director del Ceas dijo que de acuerdo con números oficiales de la Conagua, ya no hay disponibilidad de agua en todos los acuíferos de Coahuila.
En Coahuila hay 28 acuíferos de los cuales 19 no presentan disponibilidad de agua subterránea, de acuerdo con datos de la Conagua referentes a la disponibilidad de los acuíferos del país.
Por ejemplo, el acuífero Allende-Piedras Negras presenta un déficit de más de 35 millones de metros cúbicos anuales que se extraen a costa del almacenamiento no renovable del acuífero. El acuífero de Monclova un déficit de 36 millones de metros cúbicos, el Saltillo-Ramos Arizpe un déficit de 54 millones y el principal de La Laguna un déficit de 149 millones de metros cúbicos.
Nerio Maltos explicó que si un particular o un municipio quiere hacer una perforación nueva y tener un caudal adicional, tiene que comprar los derechos de alguien que ya tenga una concesión de agua.
El funcionario estatal también dijo que tanto la sequía como las altas temperaturas han afectado “considerablemente” el abasto y el servicio de agua potable a la población.
“Por un lado se han tenido que intensificar los esfuerzos para extraer más caudal de agua y se ha tenido que cambiar la cultura en el tema de las eficiencias. Antes no eran tan estrictos los sistemas operadores en cuanto a detección de fugas, reparación de medidores o corregir vicios como tomas clandestinas”, mencionó el funcionario estatal.
Añadió que las zonas a las que peor les ha afectado el tema de la sequía son la región Carbonífera y La Laguna particularmente en los municipios de Torreón, Viesca y Matamoros.
“No es necesariamente que haya una sequía más extrema en esos lugares o que haya menor precipitación, es un tema de la operación de los sistemas y un retraso en la inversión en infraestructura”, declaró Nerio Maltos.
El funcionario de Ceas también explicó que es complicado tener actualizado el nivel de cada manto acuífero subterráneo de los cuales se alimentan los municipios para el suministro de agua.
En tanto, la Conagua publicó los niveles de las presas al norte del estado con datos actualizados hasta el pasado 15 de abril, arrojando que la presa Don Martín en el municipio de Juárez contaba solo con el 34.96 por ciento de su capacidad.
La presa La Amistad en Acuña solo tuvo agua en el 41.09 por ciento de su capacidad, mientras que El Centenario en Jiménez tuvo el 97.62 por ciento.
La presa San Miguel también en Jiménez alcanzó en ese momento el 82.78% de su capacidad siendo la presa La Fragua la que tuvo el mejor porcentaje de llenado con el 99.13%.
La baja en las presas se da a la par de una tendencia promedio a la baja en precipitaciones en el Estado en los últimos 23 años.
Mientras que en el 2000 el promedio de precipitaciones fue de 388 milímetros, en el 2022 se llegó solo a los 261 milímetros. En ese rango de tiempo, solo el 2011 y los últimos cuatro años han estado por debajo de los 300 milímetros anuales.
El peor año en ese aspecto fue el 2011 cuando se registraron solamente 176 milímetros de lluvia en promedio en todo el estado, siendo Baja California Sur la única entidad con menor promedio (69.4) en ese año.
A lo anterior cabe agregar que Coahuila nunca ha estado por arriba del promedio anual en ninguno de años contabilizados, teniendo la mayor diferencia entre el promedio del estado y el nacional con 523 milímetros en 2021.
SEQUÍA CALDO DE CULTIVO PARA INCENDIOS FORESTALES
De acuerdo con el Programa Estatal de Manejo de Fuego 2023 de la Secretaría de Medio Ambiente de Coahuila, la sequía es uno de los factores que propician la acumulación de materiales combustibles.
No es coincidencia que el año con la mayor intensidad de sequía como lo fue el 2011, también fue el que mayor incidencia tuvo en incendios forestales.
De acuerdo a la Gerencia del Manejo del Fuego de la Comisión Nacional Forestal, fue en 2011 cuando se tuvo la mayor cantidad de hectáreas afectadas por incendios forestales con 424 mil 541 con un total de 162 siniestros, la mayor cantidad desde que se comenzaron a registrar en 1991.
En 2010 se tuvo una afectación de 4 mil 611 hectáreas, 32 mil 189 en 2012 y 164 en 2013, dando un total de 461 mil 505 hectáreas en los cuatro años.
Por su parte, la actual sequía que comenzó en 2019 ha sumado 42 mil 648 hectáreas afectadas, tomando en cuenta que el 2022 tuvo 22 896, es decir más de la mitad de los cuatro años que se contabilizan.
El Programa Estatal de Manejo de Fuego 2023 pone como ejemplo que las sequías son una de las alteraciones de la temperatura, la precipitación, la humedad en el ambiente y el viento, lo que influye en el incremento de las cargas de combustible, la estructura de la vegetación y la reducción de la humedad del suelo.
El Programa detalla que todos los factores anteriores “son relevantes en el proceso de ignición y propagación de los incendios forestales, lo que ha impactado en la frecuencia y magnitud de estos”.
La propia página web de la Conafor menciona que “en el año 2011, particularmente en Coahuila, se combinaron condiciones climatológicas y geográficas (altas temperaturas, fuertes vientos y difícil acceso a las áreas afectadas) que dificultaron el control de los incendios ocurridos”.
Además, de acuerdo al Sistema Meteorológico Nacional, 2011 también ha sido el de mayor temperatura promedio con 30.6 grados de 2000 al 2022.
En el 2011 también fue el año que mayor cantidad de superficie de árboles adultos se perdió con 24 mil 842 hectáreas, siendo el 2021, ya en la sequía actual, el segundo año con 3 mil 861 hectáreas.
Asimismo, los datos proporcionados por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, arrojaron que 2011 fue el año en el que hubo mayor diferencia entre hectáreas sembradas y cosechadas en Coahuila con 30 mil 576.
PÉRDIDAS EN EL CAMPO
El productor de papa y nogal Roberto Garza, estimó que solo en el último año la sequía representó pérdidas por aproximadamente mil millones de pesos, pues se dejaron de producir 50 mil toneladas que se vendían en promedio a 20 pesos por kilo.
“Es la peor de los últimos 40 años y lo peor es que no tiene pinta de acabarse en el corto plazo, es muy preocupante”, dijo el productor Roberto Garza.
Explicó que aunque los productores tengan concesiones de agua de pozo con todos sus derechos, con la sequía no pueden extraer más agua de la permitida bajo un uso responsable.
Además agregó que se tienen que reducir de manera importante tanto los métodos de riego como las áreas de siembra, situación que no todos los productores realizan.
Respecto al cambio en el riego, detalló que es un procedimiento muy caro y actualmente el gobierno “no está dando ningún tipo de apoyo a nada”, además de que el agua tratada es una opción para ciertos productos y tiene que pasar por distintas certificaciones de ósmosis inversa.
En cuanto a la producción agrícola en todo el estado, los años en los que menor cantidad de hectáreas se han cosechado coinciden con las intensidades de la sequía.
En los últimos 20 años, 2011, 2019, 2020, 2021 y 2022 han sido los años que reportan la menor cantidad. Además, el 2011 es el que presentó mayor diferencia entre la siembra y la cosecha con 30 mil 576 hectáreas.
En 20 años no se había visto una menor cantidad de hectáreas cosechadas como en el 2022 cuando solo se lograron 108 mil 874 de acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
CAMBIAR ESTILO DE VIDA
Desde el 2021, VANGUARDIA documentó el caso de los habitantes de los municipios de Parras y General Cepeda, particularmente en el ejido Jalpa.
Entonces y este año, activistas del colectivo Sí a la Vida declararon que si bien históricamente han tenido circunstancias de sequía, en los últimos años se han agravado por el aprovechamiento que se le da tanto en la industria como en los desarrollos vitivinícolas.
Hace año y medio se reportó que son cerca de 100 comunidades de Parras, General Cepeda y Ramos Arizpe las que están bajo amenaza de morir de sed debido a la sobreexplotación que algunas agroempresas de la región dedicadas a la producción de nuez, uva y hortalizas.
En un recorrido realizado por VANGUARDIA, se pudo constatar que en Jalpa los habitantes ya han dejado el campo como un medio para subsistir y en cambio han optado por trabajar en las industrias cercanas a la población.
De acuerdo al activista Juan Gamboa, de los 300 habitantes del ejido, hay 30 personas que trabajan en la maquila, mientras que hay 12 jóvenes que trabajan esporádicamente sin prestaciones. Es entonces que solo quedan 26 personas que aún se dedican a la ganadería y a la recolección.
Gamboa también declaró desde 2021 y de nuevo en 2023, que los principales responsables del saqueo de los acuíferos son al menos una docena de agroindustriales entre los cuales figuran: Miguel Guajardo, de la Hacienda Parras el Alto; Arturo Mendel Gruenebaum, de Vinos Don Leo; Emilio Arizpe, de Agrícola Faroc; la familia Milmo Brittingham, de Casa Madero.
“El manantial de Jalpa que cada vez se vuelve más intermitente, si calienta el sol en una semana se acaba, entonces es bien poquita el agua que nos está llegando”, agregó Gamboa.
Su hija Rosa Icela junto con otras mujeres del ejido se han organizado para vender productos en Saltillo cada semana “para amortiguar el ramalazo de la descampesinización y que no nos obligue a migrar, a dejar a nuestros hijos”.
Explicó que las mujeres de la comunidad han tenido que realizar labores de cuidado de infantes que se quedan mucho tiempo sin sus papás que tienen que salir a trabajar a las fábricas.
Agregó que lo anterior también ha complicado de manera importante la salud mental de sus vecinos pues ahora se ven obligados a trabajar con un horario fijo y seis días a la semana, mientras que cuando se dedicaban al campo trabajaban cuando querían.
Carlos Enrique tiene 22 años y aprendió a soldar en Metalsa, en la zona de Derramadero de Saltillo donde realiza turnos de hasta 10 horas ganando dos mil 400 pesos por semana.
Mencionó que ninguno de sus amigos o familiares de su edad trabaja en el campo y en cambio, como él, han optado por laborar en las fábricas.
Contó que en el primer turno, el camión que lo lleva a la empresa pasa a las 4:30 de la mañana, por lo que tiene que salir de su casa cerca de media hora antes para llegar a la carretera y entrar a la planta a las seis.
Brandon Maldonado Alemán tiene 23 años y trabaja desde hace un año en Pilgrim’s, una empresa que también emplea a al menos otras 4 personas en Jalpa que VANGUARDIA pudo reportar.
“No quiere llover, ¿cómo le hace uno? tiene que buscar la manera de sobrevivir y más cuando tiene familia. Está trabajoso aquí, yo me dedicaba a la talladera de ixtle de la lechuguilla”, declaró Jairo Rodríguez Hernández.
Agregó que a su hijo adolescente le recomendó que estudiara una carrera técnica y buscara empleo fuera del ejido, pues el campo ya no es opción para trabajar.
Tomado de Vanguardiamx
Semanario Coahuila es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers.