- Fundamental impulsar una política de modernización del sector rural
- No se puede prohibir el glifosato, el 40 por ciento de cultivos podría perderse por malezas
El saldo positivo de la balanza comercial agroalimentaria de México se desplomó en los últimos dos años al pasar de un superávit récord de 11 mil 958 millones de dólares (MDD) en 2020 a sólo cinco mil 806 millones de dólares en 2022, es decir, tuvo una caída de más del cincuenta por ciento por falta de políticas públicas orientadas a la producción del sector.
Así lo aseguró el presidente de la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos (UMFFAAC), Luis Eduardo González Cepeda, luego de señalar que el comercio agroalimentario mexicano había tenido una tendencia ascendente de 2015 a 2020.
Comentó que “esta caída es reflejo de varios factores: la pandemia, así como diversas políticas erróneas de este gobierno, que han tenido un impacto negativo para el campo como: la reducción de programas y apoyos a productores; falta de atención y solución a problemas de seguridad, como robo de maquinaria, agroquímicos ilegales y violencia hacia los productores; así como el rechazo a la tecnología y la innovación, entre otras cuestiones”.
González Cepeda, señaló que aunado a esta situación se prevé que continúe la escalada en el precio de los alimentos, así como una mayor inflación.
Por lo anterior, dijo, es fundamental que el gobierno federal realice acciones encaminadas a generar una política integral que estimule la modernización del campo mexicano, basada en decisiones y estudios científicos y no en prohibiciones como la del glifosato.
Destacó que las importaciones agroalimentarias (agropecuarias, pesqueras y agroindustriales), tuvieron un incremento del 19 por ciento en 2022, con respecto al 2021, al pasar de 37 mil 248 millones de dólares a más de 44 mil millones de dólares según datos de Sistema de Información Económica del Banco de México.
González Cepeda añadió que la balanza comercial agroalimentaria se vio afectada porque los recursos obtenidos por las exportaciones fueron menores a los que se pagaron por las importaciones por lo que preocupa el desplome consecutivo de los dos últimos años, lo cual refleja ausencia de una política pública enfocada a la producción y rentabilidad del sector.
Agregó que cuando los gobiernos animan la importación de productos agroalimentarios y dejan de lado el fomento a la producción nacional, no sólo se afecta el Producto Interno Bruto agropecuario, sino que se incide en toda la economía.
Es decir, “se pierde todo el valor agregado que genera la producción de alimentos: hacia atrás se afecta la demanda de maquinaria, de equipo especializado, de semillas mejoradas, de fertilizantes, de insumos para la protección de cultivos, de servicios financieros, entre otros. Y hacia adelante todo lo que tiene que ver con almacenamiento y logística para llevar al destino donde inicia el proceso de transformación y puesta en anaquel”.
Mencionó que las exportaciones de productos agropecuarios y agroindustriales de México se incrementaron al pasar de 44 mil 687 millones de dólares a 50 mil 133 millones de dólares durante el mismo periodo, sin embargo, recalcó, con tendencia a la baja en el superávit comercial.
Resaltó que de ponerse en marcha, en enero del 2024, el Decreto que prohíbe el uso del herbicida glifosato, se pondría en peligro la producción agrícola, ya que hasta el 40 por ciento de un cultivo se pierde por malezas.
Asimismo de impedir el ingreso de maíz amarillo transgénico, aumentaría el precio del grano en 48 por ciento y el valor de más de mil 500 productos de por lo menos 60 industrias agroalimentarias.
En el tema del maíz, comentó que el valor de sus importaciones, en su mayoría amarillo y transgénico, se incrementó en 648 millones de dólares, al pasar de cinco mil 147 millones a cinco mil 795 millones de dólares en el periodo de referencia.
Por último apuntó que “el maíz amarillo se utiliza principalmente en el sector pecuario como alimento para ganado bovino, porcino y aves de modo que cualquier aumento en su precio encarecería el precio de la leche, carne de res, puerco, huevo y pollo, así como otros alimentos básicos”.