Una investigación conjunta del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) 305 señala que las prácticas de agricultura de conservación (labranza mínima o camas permanentes, cobertura de suelo con rastrojo y rotación de cultivo con frijol) incrementaron el rendimiento promedio de maíz criollo, informó la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
En distintos periodos de investigación, realizados desde 2012, se observó que el rendimiento promedio de maíz criollo es superior al obtenido con el método de labranza convencional, que remueve el rastrojo, demanda rastras, rastrillos y pulidos.
Esto es, de generar 0.7 toneladas por hectárea de rendimiento, con los tratamientos con agricultura de conservación se reportó prácticamente una tonelada adicional de producción, destaca el estudio.
Los especialistas del CIMMYT llegaron a esta conclusión después de evaluar distintos tipos de labranza y manejo de residuos para apoyar a los agricultores a superar las limitaciones productivas de los cultivos de maíz y frijol en temporal en la Mixteca Poblana.
En esta región la mayoría de los agricultores siembran maíces y frijoles criollos para el autoconsumo, empero, el rendimiento promedio de maíz es de 0.8 a 1.3 toneladas por hectárea.
La baja productividad se debe a la escasez de lluvia, suelos degradados y prevalencia de prácticas convencionales, como labranza excesiva y remoción del rastrojo, utilizado para alimentar al ganado caprino.
Después del periodo de evaluaciones, los resultados arrojan como opción más viable la siembra de maíz criollo en agricultura de conservación debido a su mayor adaptación a las condiciones del clima y los suelos de la zona.
Respecto al rendimiento promedio de grano de maíz, éste fue mayor con la técnica de labranza mínima —volteo y desmenuzado de la capa superficial del suelo— y camas permanentes —una forma de implementar la agricultura de conservación—, en comparación con los métodos convencionales.
En la plataforma de investigación Molcaxac, donde colaboran el CIMMYT y el CBTA 305, publicaron los resultados de los incrementos en el rendimiento y la obtención de ingresos —de al menos tres mil pesos por hectárea— por sembrar en camas permanentes y dejar el rastrojo sobre la superficie del terreno.
En el estudio se detalla que con la sola reformación de camas y manejo de rastrojo, en vez de labranza convencional, se registró una disminución de dos mil 950 pesos por los costos de producción por hectárea.
El beneficio se consiguió al evitar dos pasos de rastra, barbecho, surcado y primera labor, que vuelven más rentables las camas permanentes hasta por casi seis mil pesos.
La evaluación forma parte de los “Avances en Agricultura Sustentable. Resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-2021” del CIMMYT, en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, por sus siglas en inglés).